Toda historia que involucra un héroe comienza con un reto o una llamada hecha por un dios, un duende o un espíritu. Según el autor Josheph Campbell (The hero with a thousand faces), los héroes pasan por las mismas situaciones y todas ellas tienen una misión más elevado que la misma persona encarnada en el héroe.
Hace más de tres meses tuve esa llamada, la mía quizás más humilde, solo fue una llamada para visitar el norte con una sola meta: Ver las auroras boreales, o al menos eso es lo que yo creo.
La siguiente historia no está vestida con una túnica épica, ya que no lo fue. Pero para mí, ir a un lugar vestido solo de turista le quita el encanto a cualquier experiencia de este tipo. Llevar una cámara para tomarse fotos a cada paso que se da me resulta inútil. No pensar que la luna es de queso me resulta igual de irrelevante.
Esta historia no es la mía y yo solo soy uno de sus tantos narradores. Esta es la historia de una aldea llamada Abisko, perdida en el norte de un maravilloso país llamado Suecia.
Abisko [68°21’41.3″N 18°43’26.3″E]
Como toda historia de héroes, nada se da a la primera, ya que todo héroe debe pasar por muchas pruebas las cuales debe superar y así poder llegar a su meta. La vida es así, un conjunto de pruebas por las cuales debemos pasar para cumplir nuestra misión. Muchas veces la misión es solo aprender de los pasos dados.
Esta es una buena explicación para decir que no, no vi las auroras boreales, tal y como yo me las imaginaba, así que tendré que dejar esta misión inconclusa en mi Bucket List.
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