La Línea del Ecuador se fue (Equator is Gone)

Sobre la Historia:

Para aprobar un examen de inglés acá en Londres, me vi requerido de preparar una historia que se pudiese contar en un minuto.

Mi profesora me ayudo a corregir varios detalles de mi historia, ya que la escribí en un idioma que no es el mío. A ella le encantó la idea en general y sobre todo la moraleja.

Dedicatoria:

Tengo una ex compañera de secundaria, haya en Valera (Venezuela) llamada María J. González Torrealba.

Había seguido su vida a través de Facebook, por un tiempo. Ella ha pasado por la soledad, la enfermedad, la angustia de saber que uno de tus hijos fue un preso de conciencia y el desgarro de madre al tener a sus hijos lejos, buscando nuevos horizontes. Supe además, que uno de sus hijos había partido a vivir a Ecuador.

Cuando redescubrí esta corta historia, me acorde de ella y por lo mismo se la dedique, para que supiese  que hay mucha gente como yo que la leía en silencio y sobre todo que no había arado en la mar.

Se la dedique porque creo muy sinceramente, que si hay una venezolana que debería representarlas en el miss universo, debería ser ella.

El cuento (versión mejorada en español):

Nací en un país donde siendo un niño, la vida me parecía tan fácil y simple. Siempre rodeado de hermanos, primos y los chicos de la cuadra.

Todos los días una aventura, una pichanga de futbol (Así, solían los chilenos de mi tiempo llamar a una caimanera, juego de niños con una sola regla; Divertirse).

En mis vacaciones de verano, junto a los pelusas de mis primos, íbamos al campo para dispensar días de juegos y noches de hogueras entre cuentos y cantando canciones de la izquierda tales como Venceremos del grupo Intillimani.

Todo en ese ambiente bucólico que solo el campo y la tierra pueden dar. Mi único problema en aquel tiempo, eran los adultos y sus interminables guerras y discusiones.

Un día la noche cayó por muchos años en aquel país. Mis padres se vieron en la necesidad de salvar del frio invierno sus únicos tesoros, sus hijos.

Así que pronto estaba viajando en un bus a un puerto para tomar un barco de bandera italiana, “El Verdi”, que nos llevaría a un lugar desconocido que más adelante llamaría, tierra de gracia.
Ese último día, fue gris y mis pequeñas raíces fueron desprendidas sin mi consentimiento de esa tierra, por suerte, las mismas fueron replantadas en una tierra fértil y calurosa.
Desde que subimos al barco, todos los niños ya éramos amigos. Cada mañana después de desayuno y el beneplácito de nuestros padres, corríamos para encontrarnos en la cubierta del barco y comenzar nuestras aventuras y descubrimientos. Cada mañana éramos bendecidos con un nuevo horizonte y una nueva tierra por descubrir.
Un día, a la hora de la cena, cuando el sol aun dejaba ver el horizonte, se escuchó por el alto parlante, la voz del capitán decir: “Damas y Caballeros, estamos pasando por la línea ecuatorial”. Todos comenzamos a aplaudir y sin más reparos movidos por una fuerza invisible, todos los niños saltamos de nuestros asientos y salimos corriendo en tropel para ir la cubierta y ver la línea del Ecuador.

Allí, estábamos aglutinados, aferrados a las barandas buscando ver la línea. Pasaron varios segundos, hasta que un adulto (nunca faltan), con ese tono entre mofa y comprensión que usamos para decirle a nuestros hijos que Santa Claus no existe; este adulto nos dio una explicación, que nadie le pidió: “La línea del Ecuador, es una línea imaginaria para dividir el norte del sur”.

Todos los niños bufamos con decepción; Yo no lo miré, mientras pensaba: “Al carajo con tu explicación, yo solo quiero mi línea del Ecuador”. Me aferré aun mas a las barandas, como si de ello dependiera la existencia de la dichosa línea.

El tiempo pasó muy rápido y me quedé solo en cubierta, mientras los demás volvían al comedor. Solo y sin mi línea miraba el horizonte con tristeza mientras pensaba, que quizás ya era hora de dejar mi niñez, al fin y al cabo, la línea del Ecuador se había ido.