Introducción
Conocí a Alejandro cuando era un niño, entre sus lecturas de Asterix, Mortadelo y Filemon y otros tantos comics. Yo un recién graduado de la universidad, encontré interesante su avidez por este tipo de lecturas y sus sueños de “Rock Star”.
Debo mencionar que consumí todos sus libros de comics con mayor avidez que él. Hoy, sigo siendo un gran fan de Obelix y Asterix, Tin-Tin y cuanto comic caiga en mis manos, lo oculto comprándoselos a mi hijo de 8 años, pero en lo que se descuida caigo sobre ellos y al igual que Alejandro en aquel tiempo, me dejo llevar por sus historias.
Nuevamente, ha sido él quien me ha llevado a su mundo para verme interesado en la lectura de la literatura científica. Por cierto, ya pedí mi ejemplar de la Historia del Tiempo de Stephen Hawking.
Cuando leemos, es como si hablásemos con el escritor y mientras más lo leemos más nos acercamos, no solo al libro sino al autor mismo.
Alejandro habla desde esa posición de amigo que hizo de Stephen Hawking, cuando todavía estaba a la búsqueda de las referencias que moldearían su persona. Algo que todos hacemos en algún punto de nuestras vidas.
Su estilo me gustó y su historia me atrapó, es por lo mismo que le pedí el favor de poder subir su historia a este Blog.
Como en todo, mis memorias se conforman por las memorias de todas esas personas que he tenido el placer de conocer y llamar amigos.

La Historia
Septiembre de 1990. Recuerdo que estaba en Margarita, recién graduado de bachillerato y disfrutando de unas vacaciones familiares.
Un día pasamos por el quiosco ubicado frente a la Panadería 4 de Mayo cuando mi madre de repente suelta un inesperado y estentóreo «Coño!», luego saca su monedero y compra un librito, no muy grande el, y lo mete rápidamente en su cartera…
Yo compré dos libros de Asterix y tres cómics de Mortadelo y Filemón y seguimos camino hasta el apartamento en el cual estábamos alojados.
Cuando llegamos, mi madre dice (casi que en tono de fan/groupie quinceañera)
– “llevo años tratando de comprar este libro y por fin lo conseguí!»
Yo en ese entonces no entendía muy bien cómo un simple libro podía generar semejante reacción y menos en una persona como mi mamá (quien por lo general es más seca que una piedra por el lado de adentro) y bueno, simplemente la dejé ser.
Ella se leyó el libro entero en tres días, mientras que yo quemé mi entretenido pero poco interesante material de lectura en un sólo día y me quedé sin combustible para mi mente inquieta, así que me dije
– «Vamo’ a vé pa’ vé»…
Empecé a leer el prólogo escrito por el celebrísimo Carl Sagan (nombre que marcó mi infancia gracias a su serie «Cosmos») en el cual dio un breve resumen de la obra del autor quien era para ese entonces un completo desconocido para mí.
Los que me conocen bien saben que siempre fuí un total fracaso para los números, así que de una vez me dije.
– «Que ladilla, otro libro sobre las dos peores Marías (1) que existen escrito por un tipo en silla de ruedas que apenas puede moverse».
Pero pre concepciones aparte me propuse terminar su lectura…
Poco sabía yo al empezar a leer esas breves páginas que se trataría de un libro que iba a sacudir por completo las escasas y terriblemente mal sostenidas bases de mi personal concepto del universo como tal!
Después de leerlo (y releerlo unas seis veces o más, la verdad es que perdí la cuenta a lo largo de los años) nunca pude volver a mirar al cielo nocturno con los mismos ojos que antes…
Yo me preguntaba si era humanamente posible que un catedrático lograra que la gente de a pié pudiera entender conceptos tan increíblemente complejos como el Big Bang, los agujeros negros y la relación que existe entre el espacio y el tiempo sin recurrir a áridas e ininteligibles fórmulas matemáticas, y no podía ocultar mi asombro al descubrir que sí, que el autor lo habría logrado sin apoyarse en más nada que multiplicar la masa por la velocidad de la luz al cuadrado para obtener el valor de la energía.
Bien, el librito en cuestión no era otro sino «Historia del Tiempo», escrito por el excelso Stephen Hawking.
Pocas personas dejan una abolladura en la bolita del mundo del tamaño de aquella que dejó este señor, quien ayer lamentablemente partió a su esperado encuentro con el universo infinito al cual dedicó su vida y su obra.
Descansa en paz, Genio.
Nota
(1) Las tres Marías, es como se conocen en Venezuela las materias de Física, Química y Matemática.

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