
Han sido muchas las historias que he leído, que deberían ser etiquetadas como insólitas, y esta que voy a narrar bien puede entrar en este grupo.
La historia cuenta, que a finales de los ’70 un hombre donó medio millón de dólares a la universidad de Washington, con el único fin de que fuese usado en investigaciones de tipo paranormal. La universidad tomó el dinero y creo varios proyectos con todo tipo de investigadores, a fin de encontrar una persona con tales poderes.

Dentro de los cientos de candidatos, dos pasaron todas las pruebas científicas y fueron objeto de rigurosas pruebas por más de un año.
Con el tiempo todos los académicos, muy escépticos al principio, comenzaron a cambiar su punto de vista sobre lo paranormal.
En agosto de 1981, fueron publicados todos los estudios realizados y es aquí donde lo más increíble habría de pasar.
Tras las publicaciones, un hombre llamado James Randi, se presentó he indicó que los académicos no habían hecho bien su trabajo. Al crearse la controversia entre los académicos y Randi, este último hizo una presentación de un proyecto llamado Alfa ante el mundo entero.
Este proyecto consistía en demostrar que aún personas de tipo académico se dejaban llevar por sus ideas y fantasías. Para ello Randi, invitó a dos personas a subir al estrado. Para sorpresa de todos, estas personas resultaron ser las mismas dos personas de las que hablaban los estudios y que según estos, ellos tenían poderes paranormales.
Cuando los dos sujetos fueron invitados a explicar su presencia, dijeron, que durante un año, estuvieron haciendo trampa para ganarse la credibilidad de los académicos. Todo fue un plan bien pensado para demostrar al mundo lo que un proverbio popular dice: No hay más ciego que aquel que no quiere ver.
Los académicos quedaron devastados, al no solo saberse engañados como escolares, sino que además, ellos habían sido los conejillos de india de un proyecto mayor.
Cuando Randi fue entrevistado para explicar su propósito y conclusiones de este proyecto, se limitó a decir, que el problema es que todos tenemos la necesidad de creer en algo superior, algo mágico.

Quien mejor describe este tipo de efecto placebo auto inducido es el escritor de Sapiens el Dr. Yuval Noah Harari. Explicarlo requiere de mucho tiempo y lectura, pero básicamente los seres humanos estamos diseñados para tener una mente capaz de imaginar, cosa que, según Harari, ningún otro animal tiene. Por lo mismo somos capaz de reducir nuestra realidad a un imaginario.
Pensemos en un momento en una religión que nos promete un mundo mejor en el más allá, o una ideología que hace lo mismo, pero en esta vida. Ambas no tienen un fundamento racional, pero aun así lo creemos cierto.
La mente humana es una verdadera maravilla, y hasta la fecha no deja de sorprenderme lo que un ser humano es capaz de hacer gracias a ella.
