Síbari

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Fue una ciudad al sur de Italia que perteneció a lo que fue llamada Magna Grecia hacia el año 720 A.C. por los aqueos. De aquí entendemos la expresión sibarita que se aplica a una persona de gustos «refinados» e inclinada al lujo. Esto se puede leer en Wikipedia, así que no presumiré de gran historiador esta vez.

La historia cuenta que fue una ciudad muy rica y esplendorosa, donde sus habitantes ricos llegaban al refinamiento de llenar sus almohadas solo con pétalos de rosas rojas que eran las mas suaves. Esta ciudad por su riqueza recibía constantes ataques para saquearla.

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Se dice que existió uno de estos tíos listos a los cuales hoy en día llamamos populistas de quien Nietzsche se podría referir como un resentido social y yo me referiré a él como un chavista. Este personaje al ver la opulencia en la cual vivían una veintena de familias ricas convenció a una buena parte de los pobladores de la ciudad, que sus males eran causados por estas familias y para poder salir de su pobreza lo que se debía hacer era expropiar a estos ricos y repartir sus riquezas entre los mas necesitados. No me imaginen tan listo, pero esto que vivimos en la actualidad parece un “Déjà vu”, que se ha repetido a lo largo de la historia.

Para resumir, diré que la gente se alineo con esta idea y como dicen los mexicanos: pa’pronto es tarde. Una vez electo como gobernador este pre-chavista, se procedió a expropiar y exiliar a las familias ricas. Pasaría un tiempo hasta que el botín de esta justicia social se acabó y con ello todos los beneficios de ser una ciudad rica. Este iluminado gobernador, no tardaría en entender el porque su capricho tenia tan mal efecto, he de admitir que este predecesor del populismo no era un hombre sin talento ni mucho menos un idiota. Así que pronto descubrió que la riqueza se generaba porque hay personas que saben como generarla y al matar a la oca de los huevos de oro la abundancia se acaba a la misma velocidad que la codicia crece.

Una vez el gobernador hubiese recibido tal iluminación, procedió a pedirle a Esparta le devolviese a quienes él había exiliado. Los espartanos, grandes guerreros, pero no tontos, exigieron un pago por las molestias. En fin, diré que finalmente las familias volvieron y luego de un tiempo retomaron el camino de la riqueza. Para ser honestos esto no tuvo un final feliz, ya que los resentidos sociales vecinos de esta ciudad no dejaron de atacarla para saquearla hasta que finalmente la destruyeron.

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La historia es considerada como una ciencia de tipo beta, las de tipo alfa son las matemáticas y todas aquellas ciencias precisas, en cambio las betas, aun cuando se basan en hechos y evidencias sus resultados tienen un enfoque subjetivo dado por quien analiza los hechos. Veamos un pequeño ejemplo.

Sobre las pirámides de Guiza, los antropólogos, historiadores y demás ciencias afines han determinado una serie de hechos, todos ellos comprobables, pero cuando han pasado a montar su explicación de como y porque fueron construidas se encontraron con una muralla china. Si cerramos los ojos y evocamos las explicaciones que nos dieron cuando éramos niños, podemos ver un ejercito de esclavos subiendo por una rampa las piedras que eran movidas solo por fuerza bruta sobre unos troncos. Esto como cuento antes de dormir sigue siendo de una candidez única. Todos esto para un niño esta bien, el problema es cuando se lo explicas a un ingeniero. Uno de ellos con la misma ternura que un padre explica a sus hijos sobre las abejitas y los pajaritos, les explicaba a todos los egiptólogos que solo la rampa habría sido una maravilla de la ingeniería. Así que para él que alguien le explicara que fueron millones de esclavos o un dios egipcio quienes construyeron las pirámides, le da igual, ambos son solo mitos.

Porque toda esta explicación sobre las ciencias de tipo beta. Les diré que aun no encuentro una explicación racional a esta tozudez de querer repetir la historia.

Estamos llenos de relatos como los de la ciudad de Síbari, las atroces imposturas de modelos totalitaristas y relatos de ficción como 1981 y la rebelión en la granja que los explican, así como la evidencia de lo que se vive y han vivido los pueblos que tienen este tipo de estados benefactores que terminan siendo opresores y grandes destructores.

Y pese a todo esta evidencia hay pensadores que insisten en contarnos la misma historia y proponernos la misma solución aun cuando esta ha sido probada hasta la saciedad como una solución fallida. Pero peor aún, es que la gente sigue creyendo en esta fantasía.

Yo me considero un hombre de pensamiento liberal y acepto la responsabilidad de lo que ello significa. Principalmente porque creo que todos los hombres debemos ser tratados como adultos responsables y se nos debe permitir equivocarnos para que podamos aprender de nuestros errores, siempre y cuando ello no afecte a los demás. Es decir, mis derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás. Creo por ejemplo en esto que se llama libre mercado que como tal no existe, ya que no existe un solo país que por mas capitalista que sea, permite la anarquía en algo que es vital para su subsistencia. En estos países los estados no se meten a decir lo que se debe hacer, por al contrario dejan que sean los miembros de su sociedad que implementen y ajusten las leyes que permitan al mercado funcionar de manera óptima. Un ejemplo, sería la ley antimonopolio, ya que el libre mercado funciona en base a la competencia.

Yuval Noah Harari nos explicará que, si ponemos a 50 mil personas en un estadio cerrado, pronto veríamos que se crean reglas para evitar el caos y que todos ellos podrían convivir. A quienes les guste el cine, lo pueden ver de manera grafica en la tercera entrega de la saga Alien. La misma muestra una estación espacial prisión donde no hay guardias y son los presos los que imponen sus reglas para subsistir. Dentro de tantas reglas, también se crea una religión y un orden.

Toda esta retorica se puede apreciar en vivo hoy en día en Venezuela, donde existe un gobierno totalitario fallido de corte marxista, donde los precios y el mercado son “controlados” por el estado. Controlados entre comillas, ya que la realidad ha sido tan brutal que no pudiendo controlar el mercado y sin ninguna idea al frente, han dejado que sean sus pobladores quienes lo manejen de manera casi anárquica, digo casi, porque el libre mercado a mostrado su lado beneficioso. Hoy en día la moneda local, el Bolívar casi no se maneja, todas las transacciones se dan en dólares y cada quien pide lo que se le ocurre, igual puede pedir un millón de dólares por un pollo, la realidad es ver quien se lo va a pagar.

Por lo visto no dejo de aprender y equivocarme. Esto me indica que voy por buen camino.